Desde la década de los 90 del siglo pasado, las guatemaltecas alzamos la voz en oposición a la violencia contra las mujeres. Desde entonces, hemos exigido la atención del Estado al respecto, hemos instado a la sociedad a dejar de normalizar este tipo de violencia y hemos planteado que no es natural, que es cultural y que, por lo tanto, puede cambiarse.
La manifestación más cruel de la violencia contra las mujeres es la violencia sexual. Las estadísticas demuestran que estos actos son perpetrados, principalmente, contra niñas, adolescentes y mujeres jóvenes. El Mirador de Derechos Sexuales y Reproductivos –MDSR–, espacio que observa la situación de estos derechos en Guatemala, en su boletín publicado el 23 de noviembre de 2021, reporta que, según datos del Ministerio Público, de enero a septiembre del año en curso se han registrado denuncias de violencia sexual en contra de 12,256 víctimas, de las cuales 88% eran mujeres, es decir, 10,729. En el mismo período, la Policía Nacional Civil ha registrado 220 casos de violación sexual, en los cuales 92% de las víctimas eran mujeres.
Un dato alarmante es que, según información de la policía, 16% de las víctimas corresponde a niñas de 0 a 11 años; 43%, a niñas y adolescentes de 12 a 17 años; y, 22%, a mujeres de 18 a 25 años. El resto corresponde a mujeres adultas de 26 años en adelante.
La violencia sexual no distingue etnia, clase social y otras condiciones, como el ser mujeres trans o lesbianas, a quienes se les trata con mayor saña por no obedecer los mandatos establecidos por el sistema patriarcal. Además, la violencia patriarcal se ejerce contra personas en situación de vulnerabilidad como lo son las/os niños, las/os ancianos, las/os personas discapacitadas o enfermas.
Hemos repetido mil veces que los agresores no son personas enfermas mentales, que no agreden por ingerir alcohol o drogas, sino porque son herederos de la cultura patriarcal, que les inculcó la idea de que tienen derecho sobre los cuerpos de las mujeres, no importando su condición. En su fuero interno, consideran a las mujeres como presas de caza o trofeos para exhibir, por lo que las desechan si no logran retenerlas.
La causa de la violencia contra las mujeres está en un sistema creado en beneficio de la primacía de los hombres y el sometimiento de las mujeres por diferentes medios, desde la persuasión hasta los golpes y la muerte.
DIGAMOS NO A LA VIOLENCIA SEXUAL. DIGAMOS SÍ A UNA SEXUALIDAD ENRIQUECEDORA
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